En los meses previos al estallido de la crisis económica en la pasada década, muchas entidades financieras, haciendo uso de información privilegiada que preveía el desplome del Euríbor, colocaron a clientes particulares y minoristas un producto llamado swap con la promesa de que se trataba de un seguro precisamente frente a la subida del Euríbor, que no cesaba de aumentar con la consiguiente preocupación de aquellos que veían incrementarse cada mes la cuota de su hipoteca.